Un esguince de tobillo es una de las lesiones más comunes, no solo asociada a las actividades deportivas, sino también al día a día de las personas.
Se produce por una elongación por encima del límite fisiológico de los ligamentos del tobillo, asociada generalmente con el movimiento de inversión y flexión plantar de la articulación. Es más frecuente en la parte externa de la articulación (ligamento lateral externo), aunque se produce también en la zona interna.
Los ligamentos son las estructuras presentes en todas las articulaciones, unen los huesos entre sí, estabilizan y protegen durante el movimiento y fases de apoyo de la marcha.
La elongación excesiva de estos ligamentos, derivada de un movimiento brusco que exceda el rango de movilidad normal de una articulación, supone el mecanismo de lesión más habitual en el esguince de tobillo.
- Los grados de esguince de tobillo
- Síntomas de un esguince de tobillo
- Causas de un esguince de tobillo
- Tratamientos de esguince de tobillo
- Recomendaciones ante un esguince de tobillo
Podemos clasificar los esguinces en distintos grados en función de la gravedad y el ligamento afectado.
Grados de esguince de tobillo
Es preciso realizar una adecuada valoración, para determinar el grado de esguince de tobillo, complementando con pruebas de imagen que nos permitirán emitir un diagnóstico y determinar la gravedad de la lesión o la posible afectación de otras estructuras.
- Esguince de Grado I. Es el caso más leve. Se produce una distensión o elongación de los ligamentos, pero no existe rotura. El paciente presenta dolor y una leve inflamación, que puede ir acompañada o no de la pérdida de funcionalidad. Será necesario reposar de 2 a 3 semanas antes de retomar la actividad deportiva.
- Esguince de Grado II. Se trata de un esguince moderado, en el que se produce la rotura parcial de los ligamentos. El paciente presenta edema y hematoma, y una limitación parcial de la movilidad. Será preciso realizar un reposo de 3 a 6 semanas antes de reanudar la actividad deportiva.
- Esguince de Grado III. Es el caso más grave de esguince de tobillo. Suponen la rotura total de uno o más ligamentos, aunque no necesitan ser operados.
Los esguinces de Grado III se caracterizan por presentar un hematoma y edema instantáneo, seguido de una gran inestabilidad en la articulación y la pérdida de la movilidad y funcionalidad del tobillo.
Además, en algunos casos un esguince de grado III, puede ir acompañado de un desgarro óseo o una fractura.
Síntomas de un esguince de tobillo
Dependiendo del grado de lesión, los síntomas pueden ser muy variados, los más comunes son: inflamación, dolor durante la movilización y palpación, hematoma, inestabilidad articular, dificultad o incapacidad para apoyar el pie.
Causas de un esguince de tobillo
Se producen generalmente debido a un traumatismo, suele ser la consecuencia de una caída en la que apoyamos todo nuestro cuerpo de forma brusca sobre la articulación, provocando así la distensión o rotura de los ligamentos.
Dependiendo de qué ligamentos estén afectados, la lesión se asocia a la cara interna o externa del tobillo. Así, el esguince de tobillo más frecuente, está relacionado con los ligamentos externos del tobillo, concretamente con el ligamento peroneoastragalino anterior, debido a un movimiento de inversión repentino, en el que el pie se dobla hacia dentro.
Tratamientos de esguince de tobillo
Es esencial comenzar a tratar un esguince de tobillo lo antes posible.
Tratamiento las primeras 72 horas
Durante las primeras 72 horas se recomienda seguir lo que se conoce como método R.I.C.E. (reposo, hielo, compresión y elevación)
- Reposo: Clave para aliviar la carga del tobillo. Facilita la curación de la lesión y evitará daños mayores posteriores. Para ello podemos ayudarnos de una férula, vendaje funcional o muletas.
- Hielo: Ayuda a reducir la hinchazón, lo que ayuda a aliviar el dolor y la presión.
- Compresión: Mediante vendajes que eviten un aumento de la hinchazón y ayuden a estabilizar la articulación.
- Elevación: Para reducir la hinchazón, debemos mantener la zona lesionada del cuerpo a una altura superior a la del corazón.
Tratamiento en fases posteriores
La regla de oro es “Respetar los plazos biológicos de recuperación de las estructuras lesionadas”, debemos tener en cuenta de un esguince son las disfunciones biomecánicas y lesiones en los tejidos blandos,
El fisioterapeuta, valorará de forma individualizada cada caso concreto y durante el tratamiento podrá emplear técnicas de terapia manual sobre elementos articulares y musculares, drenaje linfático, ejercicio, etc.
Los vendajes funcionales, son de gran utilidad para que el paciente pueda realizar movimientos que no resultan lesivos y limita aquellos que sí lo son, aportando estabilidad a la articulación. Favorecen la recuperación precoz y evitan las inmovilizaciones prolongadas.
En fase aguda, se recomienda realizar ejercicios de fortalecimiento de la articulación, siempre guiados por un profesional.
Recomendaciones ante un esguince de tobillo
- Realizar baños de contrastes 3 veces al día a partir de las 72 horas después de la lesión. Comenzamos con 3 minutos de calor, seguidos de 1 minuto de frío, para luego acabar con calor otra vez.
- Nunca aplicar hielo directamente sobre la lesión, ya que puede quemar. Se recomienda envolver el hielo en una servilleta o un paño fino.
- Emplea calzado adecuado que sujete el tobillo. El calzado alto ayuda a la sujeción del tobillo; mientras que un calzado de suela rígida protege el pie. Evita andar descalzo o con sandalias, ya que pueden empeorar el esguince
- Realización de trabajos de propiocepción, con el objetivo de mejorar el equilibrio y fortalecer la articulación.
Esguinces “mal curados”
Un esguince de tobillo “mal curado”, es aquel que continúa doliendo o limita la funcionalidad articular, más allá de los plazos habituales establecidos.
Los factores más habituales que influyen en esta situación son:
- Debilidad muscular, provocada por la inmovilización prolongada
- Inestabilidad por distensión o rotura, de los ligamentos afectados
- Déficit en la recuperación del ligamento, por mala distribución del tejido conjuntivo cicatricial.
- Alteraciones propioceptivas desencadenadas fundamentalmente por los periodos de larga inmovilización o la inestabilidad. Es un factor importante a tener en cuenta al valorar a los pacientes y establecer un adecuado plan de recuperación.
La propiocepción es la capacidad que tiene nuestro cerebro de percibir la situación de nuestro cuerpo en el espacio y respecto a nosotros mismos, en base a la información recibida desde las articulaciones y músculos organiza el movimiento y desarrolla respuestas motoras adecuadas,frente a diferentes estímulos (saltar un escalón, esquivar una irregularidad del terreno etc) evitando acciones que pueden resultar lesivas.
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