Siete años tenía cuando conocí la primera consulta de fisioterapia. El padre de un compañero de colegio era fisioterapeuta y nos llevó a conocer su consulta. Un tiempo después acompañé a mi padre para tratarse lesiones deportivas y descubrí entonces que ya había empezado a apasionarme con esta disciplina. Busqué libros de anatomía, de masajes, de fisioterapia, ¡y hasta pedí una camilla a los Reyes Magos (Dr. Feber) para poder hacer vendajes y tratamientos! Desde entonces ha sido un no parar, hasta convertirme en lo que ahora soy. No soy más, ni menos, que una fisio que ha aprendido a luchar por los pacientes y acompañarlos en su proceso de recuperación a través de distintas técnicas que he ido desarrollando todos estos años.

A lo largo de mi vida profesional he tenido el privilegio de acompañar, ayudar y ver de primera mano todos los progresos y éxitos de mis pacientes. Hemos trabajado en equipo y hemos superado dificultades. Ellos me han hecho crecer, aumentar mi nivel de exigencia, trabajar con nuevas técnicas y formarme continuamente con el único objetivo de conseguir mejores resultados.

Me esfuerzo por guiar al paciente en la prevención de lesiones, antes de una cirugía y explicarle el proceso de recuperación después de su lesión. Es así como buscamos juntos así restaurar la movilidad, recuperar las capacidades tanto en su día a día, como a nivel deportivo o laboral.

Mis máximas son: el respeto, el sentido de la responsabilidad, la honestidad y la prudencia como garantes del éxito de nuestro trabajo.

A mis pacientes les pido su confianza, tesón y trabajo en equipo.