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Prolapso vaginal: qué es, síntomas y tratamiento

El prolapso es el término con el que se conoce el descenso de los órganos pélvicos de su posición anatómica original. 

Es más frecuente en mujeres, ya que la pelvis femenina es más ancha para permitir la salida del bebé durante el parto. Puede comprometer las estructuras que hay a su paso, pudiendo generar lesiones y descenso de órganos.

prolapso vaginal

1. ¿Qué es el prolapso vaginal? 

El prolapso vaginal se debe a la pérdida de tono de los músculos pélvicos y los tejidos conjuntivos que mantienen la vagina, el útero y otros órganos pélvicos en su lugar. 

A la hora de determinar la gravedad de dicho descenso, los especialistas disponen de una clasificación en función de la altura máxima del mismo.

El médico valorará el grado de lesión del paciente mediante una maniobra de Valsalva (el paciente realiza un pujo en apnea). Dependiendo del nivel de descenso, se realizará la siguiente clasificación:

  • Estadio 0: no hay descenso del órgano.
  • Estadio 1: existe un leve descenso  del órgano pero permanece en el interior de la vagina.
  • Estadio 2: el descenso del órgano llega hasta la vulva sin llegar a exteriorizarse 
  • Estadio 3: el órgano sobrepasa la vulva y alcanza el exterior, pero sólo realizando la maniobra de Valsalva.
  • Estadio 4: el órgano permanece exteriorizado de forma completa sin necesidad de llegar a realizar la maniobra de Valsalva.

En el momento del parto se pueden producir descenso de varios órganos pélvicos debido a las grandes exigencias que soporta el cuerpo en ese momento y a las relaciones anatómicas de los órganos.

Los desgarros relacionados con el trabajo de parto, el esfuerzo crónico para evacuar las heces (estreñimiento) y otras actividades que ejercen presión sobre los tejidos pélvicos son algunos de los posibles causantes de un prolapso vaginal, ya que el tejido que se encuentra entre el recto y la vagina se debilita (incluso se desgarra) por lo que el recto presiona la pared vagina. El prolapso vaginal también se conoce como rectocele.

prolapso vaginal

2. Síntomas del prolapso vaginal

En algunas ocasiones los síntomas varían en función de la gravedad de la patología sufrida. Hay casos de prolapso leves en los que los síntomas son prácticamente imperceptibles, a menudo, son las circunstancias del paciente las que generan un empeoramiento de su salud. Algunas de ellas pueden ser determinadas situaciones de estrés o mantenerse de pie durante un largo período de tiempo.

Los síntomas más comunes que podemos encontrar si sufrimos un prolapso son los siguientes:

  • Sensación de bulto en la vagina: los síntomas pueden comenzar con un simple bulto en la vagina. Generalmente, los pacientes no acostumbran a darle demasiada importancia, sin embargo, lo ideal sería acudir a un especialista nada más detectarlo. 
  • Pesadez o presión dentro de la vagina: dolor intenso en el interior de la vagina.
  • Sensación de bulto saliendo por la vagina: uno de los síntomas más preocupantes. El bulto es localizado fuera de la vagina, acompañado de fuertes dolores.
  • Bulto saliendo de la vagina: se puede ver o notar un pequeño bulto saliendo de la vagina.
  • Abertura vaginal dilatada, excesiva y ancha, asociada frecuentemente a prolapso de útero: el bulto va acompañado de una inflamación de la vagina que puede producir también el prolapso uterino. 
  • Dolor y/o malestar en la zona lumbar: los dolores ya no solo se sitúan en la parte abdominal y vagina, sino que se sitúan también en zonas lumbares. 
  • Presión abdominal y/o dolor: dolor abdominal muy punzante que impide al paciente una actividad normal.
  • Dificultad al insertar un tampón / tampón que se sale una vez introducido de la vagina: acciones de tal simplicidad suelen volverse muy complicadas en el caso de que se produzcan los síntomas ya mencionados..

Es muy recomendable consultar con un especialista (ginecólogo, fisioterapeuta) si algunos de estos síntomas aparecen. En algunos casos los síntomas van desapareciendo y no se necesita tratamiento.

3. Causas

La aparición de un prolapso vaginal suele producirse por la debilidad de los músculos del suelo pélvico, que empiezan a perder funcionalidad.   

Dicha debilidad tiene su origen en motivos fisiológicos, genéticos o patológicos, algunos de ellos pueden  ser la carencia de estrógenos, factores neuromusculares, aparición de un tumor, cirugía abdominal o pélvica etc. 

En la mayoría de ocasiones, las causas de un prolapso son las siguientes:

  • Traumatismo obstétrico: parto instrumental, multiparidad.
  • Hiperpresión ejercida sobre estos músculos de manera repetida y continua: levantar peso de forma habitual, realizar ejercicios hiperpresivos, practicar deportes de impacto, estreñimiento crónico, tos crónica.. 
  • El descenso en el nivel de estrógenos: se produce con la menopausia. Esto debilita la calidad de los tejidos y músculos del suelo pélvico.
prolapso vaginal

4. Tratamientos del prolapso vaginal

El tratamiento depende de la gravedad del prolapso vaginal, el especialista es el que debe detallar el tratamiento específico especial para cada paciente:

  • Medidas de cuidado personal: si el prolapso es leve y causa pocos síntomas, algunas medidas de cuidado personal simples pueden aliviar la situación del paciente o ayudar a prevenir un empeoramiento de su dolencia.

Algunas de estas medidas pueden ser realizar ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos pélvicos, perder peso o tratar el estreñimiento.

  • Pesario: anillo de plástico o caucho que se inserta en la vagina para sostener los tejidos debilitados. Este pesario debe ser extraído regularmente para poder limpiarlo.
  • Actividades fisioterapéuticas: La fisioterapia sirve para solucionar algunos prolapsos, las actividades más destacadas son:
    • Diatermia.
    • Biofeedback.
    • Electroestimulación.
    • Ejercicio terapéutico.

Aprender a mantener las condiciones fisiológicas óptimas, como fuerza y elasticidad, de los músculos de nuestro suelo pélvico, así como evitar los malos hábitos que lo perjudican, es un arma eficaz para prevenir este tipo de patologías.                                                                                                                                     

Consultar a un fisioterapeuta especializado, constituye una buena medida de prevención y tratamiento, si este fuera necesario.

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