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Ictus isquémico o accidente cardiovascular isquémico

El ictus isquémico, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, es una de las principales causas de discapacidad y mortalidad a nivel mundial. Este tipo de accidente cerebrovascular se produce cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe o se reduce significativamente, lo que provoca la muerte de las células cerebrales en esa área.

La atención médica temprana y la rehabilitación, incluyendo la fisioterapia, son esenciales para minimizar los daños y mejorar la calidad de vida de los pacientes que han sufrido un ictus isquémico. En este artículo, exploraremos en detalle qué es un ictus isquémico, sus síntomas, causas, diagnóstico y opciones de tratamiento, incluyendo el papel crucial de la fisioterapia en la recuperación.

¿Qué es un ictus isquémico?

Un ictus isquémico es un tipo de accidente cerebrovascular que ocurre cuando una arteria que suministra sangre al cerebro se bloquea o se estrecha, impidiendo que el oxígeno y los nutrientes lleguen a las células cerebrales. Sin un suministro adecuado de sangre, las células cerebrales comienzan a morir en cuestión de minutos. Este bloqueo suele ser causado por un coágulo de sangre (trombo) que se forma en una arteria que ya está estrechada debido a la aterosclerosis, una condición en la que las arterias se endurecen y se estrechan por la acumulación de placas de grasa.

Existen dos subtipos principales de ictus isquémico:

  • Ictus trombótico: Se produce cuando un coágulo de sangre se forma directamente en una de las arterias del cerebro, generalmente debido a la aterosclerosis.
  • Ictus embólico: Ocurre cuando un coágulo de sangre u otro tipo de material (como una placa de grasa) se desprende de otra parte del cuerpo, generalmente del corazón, y viaja a través del torrente sanguíneo hasta una arteria en el cerebro, donde bloquea el flujo de sangre.
Ictus isquémico - Tratamiento fisioterapia neurológica

Síntomas del ictus isquémico

Los síntomas de un ictus isquémico pueden variar dependiendo de la parte del cerebro afectada y la extensión del daño, pero suelen aparecer de forma repentina. Es fundamental reconocer estos signos tempranamente, ya que una intervención rápida puede reducir significativamente el daño cerebral. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Debilidad o parálisis: Puede afectar a un lado del cuerpo, como un brazo, una pierna o un lado de la cara. Esto se conoce como hemiparesia o hemiplejía.
  • Dificultad para hablar o entender: El paciente puede tener problemas para articular palabras o comprender lo que otros están diciendo, lo que se conoce como afasia.
  • Pérdida de visión: Pueden ocurrir problemas de visión en uno o ambos ojos, como visión borrosa o pérdida total de la visión.
  • Dolor de cabeza intenso: Un dolor de cabeza repentino y severo, especialmente si va acompañado de vómitos o alteración del estado mental, puede ser un signo de un ictus.
  • Problemas de equilibrio y coordinación: Dificultad para caminar, mareos o pérdida del equilibrio y la coordinación.

Causas de un ictus isquémico

El ictus isquémico es el resultado de una interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, y esta interrupción es generalmente causada por una de las siguientes condiciones:

  • Aterosclerosis: La acumulación de placas de grasa en las paredes de las arterias que suministran sangre al cerebro es la causa más común de ictus isquémico. Con el tiempo, estas placas pueden romperse y formar un coágulo que bloquea el flujo sanguíneo.
  • Embolia: Un coágulo que se forma en otra parte del cuerpo, como el corazón, y que viaja a través del torrente sanguíneo hasta una arteria cerebral, es otra causa frecuente. Este tipo de ictus es común en personas con afecciones cardíacas como la fibrilación auricular.
  • Trombosis: La formación de un coágulo de sangre directamente en una arteria cerebral estrechada puede bloquear el flujo sanguíneo y provocar un ictus.

¿Cuándo consultar con un médico?

Es vital buscar atención médica inmediata si se presentan los síntomas de un ictus isquémico. El tiempo es un factor crucial; cuanto más rápido se reciba tratamiento, menores serán los daños cerebrales y mayores las posibilidades de recuperación. Si experimentas o ves a alguien con signos de ictus, utiliza la prueba FAST para recordarlos:

  • Face (Cara): Pide a la persona que sonría. ¿Una parte de la cara se queda inmóvil o descolgada?
  • Arms (Brazos): Pide a la persona que levante ambos brazos. ¿Uno de los brazos se cae o no puede levantarlo?
  • Speech (Habla): Pide a la persona que repita una frase simple. ¿El habla es extraña o está desarticulada?
  • Time (Tiempo): Si observas cualquiera de estos síntomas, llama inmediatamente al 911 o al número de emergencia local. El tiempo es vital.
Ictus isquémico - Tratamiento fisioterapia neurológica

Prevención y factores de riesgo

La prevención del ictus isquémico implica abordar los factores de riesgo que pueden llevar a la formación de coágulos de sangre y a la aterosclerosis. Algunos de los factores de riesgo más comunes incluyen:

  • Hipertensión arterial: La presión arterial alta es el factor de riesgo más significativo para el ictus isquémico. Controlarla a través de medicamentos y cambios en el estilo de vida es esencial.
  • Diabetes: Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis, lo que aumenta la probabilidad de un ictus.
  • Colesterol alto: Niveles elevados de colesterol LDL («malo») pueden contribuir a la formación de placas en las arterias.
  • Fumar: El tabaquismo daña las arterias y aumenta el riesgo de formación de coágulos.
  • Sedentarismo y obesidad: La falta de actividad física y el exceso de peso están vinculados a una serie de factores de riesgo, como la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto.
  • Fibrilación auricular: Este trastorno del ritmo cardíaco puede provocar la formación de coágulos en el corazón, que luego pueden viajar al cerebro.

Para prevenir un ictus isquémico, es importante llevar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular, evitar el tabaquismo y controlar la presión arterial y el colesterol.

Diagnóstico de un ictus isquémico

El diagnóstico de un ictus isquémico se realiza a través de una combinación de evaluación clínica y pruebas de imagen. Los pasos principales incluyen:

  • Evaluación clínica: Los médicos realizarán un examen físico y neurológico para evaluar los síntomas del paciente y determinar la parte del cerebro afectada.
  • Tomografía computarizada (TC): Es la primera prueba de imagen que se realiza para detectar la presencia de un ictus y diferenciar entre un ictus isquémico y uno hemorrágico.
  • Resonancia magnética (RM): Ofrece una imagen más detallada del cerebro y ayuda a identificar el área y la extensión del daño.
  • Angiografía cerebral: Esta prueba de imagen se utiliza para visualizar las arterias cerebrales y localizar el bloqueo.
  • Análisis de sangre: Se realizan para evaluar factores como el nivel de azúcar en sangre, la coagulación y otros marcadores de riesgo.

Tratamiento del ictus isquémico

El tratamiento de un ictus isquémico tiene como objetivo restaurar el flujo sanguíneo al cerebro lo antes posible, minimizar el daño cerebral y rehabilitar al paciente para recuperar la funcionalidad.

  • Terapia trombolítica: La administración de medicamentos trombolíticos, como el activador del plasminógeno tisular (tPA), puede disolver el coágulo que está bloqueando la arteria. Este tratamiento es más efectivo si se administra dentro de las primeras 4.5 horas desde el inicio de los síntomas.
  • Trombectomía mecánica: Este procedimiento quirúrgico implica la inserción de un catéter en una arteria para remover el coágulo que está bloqueando el flujo sanguíneo al cerebro. Es una opción viable para pacientes que no son candidatos para la terapia trombolítica o que no han respondido a ella.
  • Medicamentos anticoagulantes y antiplaquetarios: Estos medicamentos ayudan a prevenir la formación de nuevos coágulos y a reducir el riesgo de un segundo ictus.
  • Rehabilitación y fisioterapia: La fisioterapia juega un papel crucial en la recuperación de los pacientes con ictus isquémico. Después de un ictus, muchos pacientes experimentan debilidad, parálisis y problemas de coordinación y equilibrio. La fisioterapia ayuda a los pacientes a recuperar la movilidad y la fuerza, a mejorar su equilibrio y coordinación, y a reentrenar al cerebro para realizar movimientos cotidianos.
    • Ejercicios de movilidad: Ayudan a mantener y mejorar el rango de movimiento en las articulaciones afectadas.
    • Ejercicios de fortalecimiento: Se centran en recuperar la fuerza muscular en las áreas debilitadas.
    • Reeducación de la marcha: Los fisioterapeutas trabajan con los pacientes para mejorar su capacidad para caminar, utilizando técnicas específicas y dispositivos de asistencia cuando sea necesario.
    • Terapia de equilibrio y coordinación: Ayuda a los pacientes a recuperar la capacidad de mantenerse en pie y moverse con seguridad.
    • Terapia ocupacional: Se enfoca en ayudar a los pacientes a recuperar la independencia en las actividades diarias, como vestirse, comer y asearse.

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FAQs

¿Qué puede provocar un ictus isquémico?

Un ictus isquémico puede ser provocado por un coágulo de sangre o una placa de ateroma que bloquea el flujo de sangre a una parte del cerebro, lo que impide el suministro de oxígeno y nutrientes a las células cerebrales.

¿Qué diferencia hay entre una isquemia y un ictus?

La isquemia es la reducción del flujo sanguíneo a un tejido, lo que puede causar daño celular. Un ictus isquémico es un tipo específico de isquemia cerebral que ocurre cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe, causando daño neurológico significativo.

¿Cuáles son las secuelas de una isquemia cerebral?

Las secuelas pueden incluir debilidad o parálisis en un lado del cuerpo, problemas del habla y del lenguaje, dificultades con la coordinación y el equilibrio, problemas de memoria y cognición, y cambios en el comportamiento o en la capacidad para realizar actividades diarias.

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